imagen tomada de redegal.com
La publicidad en los videojuegos es real e irá en aumento.
Los videojuegos dejaron de ser un pasatiempo exclusivo de niños hace mucho tiempo.
Hoy, millones de personas de todas las edades juegan cada semana, y ese enorme caudal de atención se ha convertido en el nuevo objetivo de las marcas.
La publicidad en videojuegos ya es una realidad y está transformando a la industria en un terreno fértil para los negocios.
El formato más extendido es el in-game advertising, que consiste en colocar anuncios dentro del propio juego: vallas en estadios virtuales, productos visibles en escenarios, mensajes que cambian según la ubicación del jugador… incluso marcas integradas en objetos cotidianos del mundo digital.
La meta es que la publicidad se sienta natural y no rompa la experiencia.
A eso se suman los advergames (videojuegos creados específicamente por marcas) y los populares rewarded ads, donde el jugador recibe monedas, vidas o mejoras a cambio de ver un anuncio.
Este último formato triunfa especialmente en el móvil, ideal para sesiones cortas y recompensas inmediatas.
No es casualidad que el 86 % de los anunciantes considere que invertir en este sector es cada vez más importante.
Un ejemplo reciente es el acuerdo entre Roblox y Google para integrar videos publicitarios con recompensa.
La publicidad ya no se limita al videojuego en sí.
Marcas de todo el mundo patrocinan torneos de e-sports, colaboran con streamers y participan en eventos virtuales.
La estrategia ahora es de “ecosistema”: no solo se busca visibilidad, sino legitimidad frente a la comunidad gamer.
Así, un videojuego se vuelve un punto de conexión entre juegos, transmisiones, redes sociales y comunidades online, creando historias compartidas donde las marcas se integran de forma orgánica.
Tres razones explican su auge:
Compromiso no intrusivo: si los anuncios se integran de forma coherente, los jugadores los aceptan sin molestia.
Asociación emocional: los momentos de logro o emoción generan un “efecto halo” positivo hacia la marca.
Segmentación precisa: los videojuegos permiten conocer hábitos, tiempos de juego y hasta decisiones de compra, algo difícil de igualar en otros medios.
Además, como los jugadores vuelven una y otra vez, el impacto se mantiene en el tiempo.
No todo es juego y diversión. La línea entre entretenimiento y consumo es cada vez más delgada, y eso abre dilemas importantes.
Uno de los más delicados es la publicidad dirigida a menores.
Cuando una recompensa virtual depende de ver un anuncio, es fácil caer en dinámicas que rozan la manipulación.
También existen los llamados dark patterns: técnicas que explotan la psicología del jugador para empujarlo a gastar dinero o a exponerse más a la publicidad.
Temporizadores, recompensas variables o presión social son algunos ejemplos.
La falta de transparencia es otro problema.
Si un jugador no distingue entre un elemento del juego y un producto patrocinado, la confianza se erosiona.
Y, por supuesto, existe el riesgo de saturación: demasiada publicidad puede provocar rechazo y fuga de jugadores.
Algunos países ya están interviniendo.
En el Reino Unido, la Advertising Standards Authority ha bloqueado anuncios móviles que sexualizaban a mujeres o mostraban relaciones no consentidas.
La discusión apenas comienza, pero las autoridades coinciden en que se necesitan límites más claros, especialmente en juegos infantiles.
Se espera que en los próximos años se establezcan reglas sobre transparencia, frecuencia y formatos aceptables.
También se impulsa que las empresas adopten prácticas de diseño ético, con anuncios explícitos y sin manipulación encubierta.
El potencial de este medio es enorme, pero también lo es la responsabilidad.
Las marcas deben equilibrar eficacia y ética si quieren ganar la confianza de la comunidad gamer.
El futuro dependerá de tres factores: un diseño consciente que respete al jugador, regulaciones claras que protejan a los públicos vulnerables y una evaluación constante del impacto real de estas prácticas.
En un mundo donde buena parte de la socialización ocurre en entornos digitales, la publicidad en videojuegos no es solo una tendencia: es un reflejo de cómo entendemos el consumo, el ocio y la cultura en pleno siglo XXI.
Con información de The conversation.
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